Los cibercafés son una vía fácil para que los menores accedan a contenidos "tabú"
Cada vez son más los padres que ponen los medios necesarios para controlar los contenidos a los que pueden acceder sus hijos a través de Internet, esfuerzo que a veces es insuficiente ya que los menores más curiosos tienen la posibilidad de saltarse estas barreras con una simple visita a un cibercafé.
Diferentes expertos reconocen la dificultad de impedir que los menores entren así en contacto con "contenidos inapropiados": sitios pornográficos o páginas racistas o violentas, por citar sólo los que más alarma generan.
Así, de poco sirven a veces los programas de control que las familias instalan en los computadores domésticos, o que éstos se ubiquen en lugares comunes de la casa para facilitar la supervisión por parte de los adultos.
"Vale con que el menor se baje a un cibercafé o vaya con sus amigos y un computador portátil a un bar con wi-fi para que pueda entrar en las páginas que quiera", advierte el presidente de la Asociación española de Usuarios de Internet, Miguel Pérez.
Miguel Pérez explica que no hay una legislación específica de menores en cuanto a cibercafés, y reconoce la dificultad con la que se encuentra la administración para determinar "qué es un cibercafé: una tienda, un bar...".
"No se está regulado en entornos nuevos, como las redes sociales o el hecho de que un menor abra una cuenta de correo electrónico, algo que debería tener autorización paterna", afirma Pérez.
El "ciberbullying" es otro fenómeno que tiene en los cibercafés un aliado, ya que pueden ser utilizados para esta práctica y aunque los computadores van dejando "rastro" en los servidores, los acosadores mantienen el anonimato porque no se les exigen ninguna documentación al entrar en estos establecimientos, como se hace al inscribirse en un hotel.
Según Raúl García, responsable del Marketing de Beetdefender, empresa de software de seguridad, conectarse a Internet a través de un cibercafé "es una especie de baile de máscaras", ya que no se sabe quién está detrás.
"Tú pagas por una hora de conexión y en general nadie te controla. Por política en estos establecimientos no se censuran los accesos a contenidos dependiendo de la edad, pagas y eres libre luego de utilizar el servicio", afirma este experto, que cree que en este tipo regulación "estamos todavía en pañales".
Aunque los principales temores de los padres son los de tipo sexual, las incidencias más habituales son las referidas a los riesgos físicos que padece el computador por su posible infección por virus, gusanos, troyanos o ladrones de contraseñas.
A pesar de estos miedos, hay pocas familias que usan programas de control parental que limitan el control automático a ciertas webs.
García indica que las mayores amenazas, con las que se enfrenta un niño en la red son la posible adicción a los juegos, redes sociales o mensajería instantánea; el ciberbullying, la exposición a contenidos inapropiados, pero también el poder cometer acciones ilegales: descargas o el ´crackeo´ (modificación) de paginas webs.
Cada vez son más los padres que ponen los medios necesarios para controlar los contenidos a los que pueden acceder sus hijos a través de Internet, esfuerzo que a veces es insuficiente ya que los menores más curiosos tienen la posibilidad de saltarse estas barreras con una simple visita a un cibercafé.
Diferentes expertos reconocen la dificultad de impedir que los menores entren así en contacto con "contenidos inapropiados": sitios pornográficos o páginas racistas o violentas, por citar sólo los que más alarma generan.
Así, de poco sirven a veces los programas de control que las familias instalan en los computadores domésticos, o que éstos se ubiquen en lugares comunes de la casa para facilitar la supervisión por parte de los adultos.
"Vale con que el menor se baje a un cibercafé o vaya con sus amigos y un computador portátil a un bar con wi-fi para que pueda entrar en las páginas que quiera", advierte el presidente de la Asociación española de Usuarios de Internet, Miguel Pérez.
Miguel Pérez explica que no hay una legislación específica de menores en cuanto a cibercafés, y reconoce la dificultad con la que se encuentra la administración para determinar "qué es un cibercafé: una tienda, un bar...".
"No se está regulado en entornos nuevos, como las redes sociales o el hecho de que un menor abra una cuenta de correo electrónico, algo que debería tener autorización paterna", afirma Pérez.
El "ciberbullying" es otro fenómeno que tiene en los cibercafés un aliado, ya que pueden ser utilizados para esta práctica y aunque los computadores van dejando "rastro" en los servidores, los acosadores mantienen el anonimato porque no se les exigen ninguna documentación al entrar en estos establecimientos, como se hace al inscribirse en un hotel.
Según Raúl García, responsable del Marketing de Beetdefender, empresa de software de seguridad, conectarse a Internet a través de un cibercafé "es una especie de baile de máscaras", ya que no se sabe quién está detrás.
"Tú pagas por una hora de conexión y en general nadie te controla. Por política en estos establecimientos no se censuran los accesos a contenidos dependiendo de la edad, pagas y eres libre luego de utilizar el servicio", afirma este experto, que cree que en este tipo regulación "estamos todavía en pañales".
Aunque los principales temores de los padres son los de tipo sexual, las incidencias más habituales son las referidas a los riesgos físicos que padece el computador por su posible infección por virus, gusanos, troyanos o ladrones de contraseñas.
A pesar de estos miedos, hay pocas familias que usan programas de control parental que limitan el control automático a ciertas webs.
García indica que las mayores amenazas, con las que se enfrenta un niño en la red son la posible adicción a los juegos, redes sociales o mensajería instantánea; el ciberbullying, la exposición a contenidos inapropiados, pero también el poder cometer acciones ilegales: descargas o el ´crackeo´ (modificación) de paginas webs.
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