Puede que sean los trabajadores más eficientes del mundo. Pero, en plena crisis económica mundial, las están pasando canutas para encontrar trabajo.
Las legiones de robots de Japón, la mayor flota de trabajadores mecanizados del mundo, se encuentran desocupadas en un momento en que el país sufre su peor recesión en más de una generación, debido al recorte del gasto mundial en coches y aparatos electrónicos.
En la gran fábrica de Yaskawa Electric, en la isla de Kyushu, al sur de Japón, donde antes los robots producían en serie más robots, un solitario trabajador robótico con sus brazos de acero girados comprueba sus motores a la espera de las nuevas órdenes del día. Sus compañeros inmóviles permanecen silenciosos en sus filas.
Puede que tengan que estar parados durante mucho tiempo. La producción industrial de Japón ha caído casi un 40% y, con ella, la demanda de robots.
Por otra parte, el futuro no parece muy prometedor. Unas finanzas más ajustadas están inyectando una dosis de realidad a algunos de los más fantásticos proyectos de Japón (como las mascotas robóticas y los recepcionistas cibernéticos) y podrían seguir poniendo trabas a la innovación mucho después de que la economía se recupere.
"Nos hemos llevado un golpe tremendo", dice Koyi Toshima, presidente de Yaskawa, el fabricante de robots industriales más importante de Japón.
Aunque puede que los robots sean más baratos a largo plazo que los trabajadores de carne y hueso, los costes de inversión iniciales son mucho mayores. "La recesión ha provocado un retraso de años en el sector de los robots", afirma Tetsuaki Ueda, analista en la empresa de investigación Fuyi Keizai.
Esto es válido para los robots industriales y también para los más tiernos robots de juguete. De hecho, algunas de las adorables mascotas ya se han convertido en víctimas de la recesión. Systec Akazawa se declaró en quiebra en enero, menos de un año después de haber sacado su robot en miniatura PLEN, capaz de caminar.
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