Tal día como hoy hace 40 años, el 29 de cotubre de 1969, un estudiante de la Universidad de UCLA, Charles Klein, envió, tras un intento fallido, el primer mensaje entre dos ordenadores localizados a 500 kilómetros de distancia, uno en la Universidad de UCLA (Los Ángeles) y el otro en la Universidad de Standford (San Francisco). Para ello se utilizó la red ARPANET. Esa acción hoy tan común y sencilla, cambió el rumbo de la historia del siglo XX para siempre: era el germen de internet.


Klein quería enviar la palabra “login”, pero sólo logró teclear la “l” y la “o”, porque en ese momento ambas máquinas se colgaron. Hoy, tan sólo cuatro décadas después, el mundo se colapsaría si internet desapareciera.


Cuando a principios de los años 60, el ingeniero estadounidense Leonard Kleinrock documentó su visión de internet, nadie quiso escucharle. Fue finalmente el gigante estadounidense de telefonía AT&T quien, con muchas reservas y convencidos de que no funcionaría, terminó cediendo la infraestructura de red para el proyecto ARPANET, que fue financiado por el ejército de Estados Unidos. Se equivocaron.


La Red tuvo y sigue teniendo un impacto tan profundo en el trabajo, el ocio y el conocimeinto, hasta el punto de que la población internauta a nivel mundial supera ya la cifra de 1.000 millones de de usuarios. Y para el 2010, se prevé que sean 600 millones más.


La evolución que ha seguido internet desde que aquel estudiante envió el mensaje fallido ha sido tan expectacular, y muchos ya lo consideran como el invento del siglo veinte. Para muestra estos datos: en 1990, 2,6 millones de internautas; en 1995, 34 millones; en 2000; 344 millones; en 2005, 938,7 millones, y hoy ya superamos con creces los 1.000 millones.

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